Sin duda, el pueblo haitiano y su capacidad de aguante y superación han sido un gran ejemplo para todos durante las últimas semanas. Nos costaba trabajo creer que, tras catorce días bajo los escombros, seguían encontrando a personas con vida. ¡Ay que ver lo que hacen las ganas de vivir!
Y nosotros, ¿cuántas ganas tenemos de vivir? Vivir, convivir, ayudar, echar una mano a nuestros hermanos, a personas que lo han perdido todo excepto sus ganas de vivir. ¿Qué vamos a hacer por ellos? Porque poder, podemos. Eso lo dejaron claro cada uno de los grupos musicales, organizadores, voluntarios y asistentes al macroconcierto organizado por la Asociación de músicos de sur, en colaboración con Haciendo un Mundo Mejor – Granada. La verdad es que me conmocionó ver a tantos grupos musicales colaborando, no solo con sus talentos musicales, sino incluso pagando la entrada de su propio concierto. Estamos hablando de personas cuya pasión es la música, pero que no viven de la música. Algunos están trabajando, otros están en el paro y todos estábamos a fin de mes. Creedme, yo estaba en la puerta, dando las entradas, y vi el esfuerzo que les supuso a algunos venir y pagar. Sin embrago, fueron esfuerzos gratificantes. En varias ocasiones recordé las palabras del rey David: “No le daré al Señor aquello que no me cueste”.
Un joven, el batería de uno de los grupos participantes, sacó su billetera y la vació. No había mucho, pero dio todo lo que tenía. Enseguida me vinieron a la mente las palabras de Jesús cuando, sentado en el templo, contemplaba a los judíos de clases pudientes echar bolsas llenas de monedas en la cesta de las ofrendas. Llegó una viuda y depositó dos moneditas de escaso valor. ¿Os acordáis del comentario que hizo Jesús? Dijo: “Esta mujer ha dado más que los demás, porque los otros han dado de su abundancia, mas ella ha dado de su escasez”.
En realidad, lo más importante no es lo que damos, sino dar de corazón. Y este fin de semana he tenido el privilegio de conocer a muchos dadores de corazón.
Gracias a todos.