Alivio del estrés

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Cuando alcanzamos a sentirnos tranquilos y satisfechos, muchas veces nos gustaría poder colocar en la puerta el letrero de No molestar.

Lógicamente, no podemos evitar las interrupciones ni las situaciones estresantes; pero cuando se presentan, el Señor puede otorgarnos paz interior. «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado» (Isaías 26:3). Si acudimos a Dios, nos infunde paz. Si pasamos tiempo conversando con Él por medio de la oración, leyendo Sus Palabras o apenas pensando en Él, la Biblia dice que nos lo gratifica con serenidad de espíritu.

Otro pasaje bíblico reza: «Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6,7).

A veces nos parece imposible conservar la calma. Se nos hace difícil afrontar la vida. Sin embargo, Jesús es el Príncipe de Paz, y nos asegura: «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo» (Juan 14:27). Así pues, cuando tengamos ganas de colocarnos en la frente un cartel de No molestar, recordemos que el Señor nos ofrece una paz muy particular: una paz eterna, profunda y tangible. Basta con que se la pidamos.

Cuando la vida te parezca una pequeña habitación sin ventanas, cuyas paredes te van encerrando cada vez más, puedes crear una ventana de escape mediante la Palabra de Dios.

Si la lees, si meditas en ella, si crees Mis promesas y las tomas como las promesas personales que son, abres una ventana a la dimensión espiritual, donde te aguardan cosas bellísimas. La calidez del sol de Mi amor disipa la tensión.

Al igual que una bocanada de aire fresco, la suave brisa de Mi Espíritu te despeja el pensamiento. Las diáfanas emanaciones de la verdad y los manantiales de sabiduría te refrescan la mente. Nuevas vistas se abren ante ti. Ves las cosas desde la perspectiva celestial y te apasionas ante las nuevas posibilidades y retos que se te presentan. Se renuevan tu fe y tu inspiración. La sensación de sofoco se desvanece para dar lugar al júbilo y a las ganas de vivir. «Las Palabras que Yo os hablo son espíritu y son vida» (Juan 6:63).

Cuando sientas agobio, acuérdate de acudir a Mis Palabras, y verás el efecto liberador que tienen en ti (Juan 8:31,32).

Jesús

Librate de las presiones que te agobian