Una madre es una persona que, al ver cuatro trozos de pastel para cinco personas, anuncia oportunamente que nunca le ha gustado mucho el pastel.
El mejor medicamento del mundo es el beso de una madre.
Mi mamá fue mi mejor maestra. Me enseñó a tener compasión, a amar y a no tener miedo. Si el amor es dulce como una flor, mi madre es esa dulce flor del amor.
A una madre se la quiere
siempre con igual cariño;
y a cualquier edad se es niño
cuando una madre se muere.
Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre.
Para los oídos de un niño, la palabra madre es mágica en cualquier idioma.
La juventud se desvanece, el amor merma, las hojas de la amistad se secan; la esperanza secreta de una madre sobrevive a todo.
Una madre es la más fiel de las amigas cuando nos sobrevienen pruebas fuertes y repentinas, cuando la adversidad toma el lugar de la prosperidad. Cuando los amigos que se ríen con nosotros en los momentos de alegría nos abandonan al vernos sumidos en tribulación, ella se aferra a nosotros para disipar los nubarrones y devolvernos la paz por medio de sus tiernos preceptos y consejos.
Dios nos ve a través de los ojos de nuestra madre y nos recompensa por nuestras virtudes.
No hay influencia tan fuerte como la de una madre.